miércoles, 25 de mayo de 2016

Puerto Rico y su gente en el Siglo XVIII


Introducción


La historia del puertorriqueño durante los siglos XVII y XVIII es bastante desconocida. Las escasas fuentes disponibles sobre esta época corresponden a investigadores como Eugenio Fernández Méndez, Lidio Cruz Monclova, Ricardo Alegría, Enriqueta Vila Vilar y Ángel López Cantos, por mencionar algunos. Todos tienen en común el interés de sacar de la obscuridad la cronología histórica de Puerto Rico. Durante esos siglos se fundaron una gran cantidad de pueblos, por ejemplo. Continuar la búsqueda de documentos de aquellos tiempos aporta a reconstruir las historias regionales de nuestra nación.

Algunas de las fuentes que utilizaron los historiadores antes mencionados para sus investigaciones fueron los archivos españoles, donde existen una gran cantidad de cartas y documentos de figuras que visitaron o escucharon hablar sobre la Isla. Otras fuentes disponibles son dos libros pilares: Memoria de la Isla de Puerto Rico de Alejandro O’Reilly y la obra de Iñigo Abbad y la Sierra conocida como Historia Geográfica, Civil, y Natural de la isla de San Juan Bautista de Puerto Rico. Esta última es una publicación cumbre para los estudiosos de la historia puertorriqueña. Para muchos es considerada la primera historia oficial de Puerto Rico. Pero, la pregunta importante es, ¿quién fue Iñigo Abbad y la Sierra? ¿Por qué publica las memorias sobre su viaje? Más aún, ¿en qué consisten las mismas?

Fray Iñigo Abbad y la Sierra (1771c)

Fray Iñigo Abbad fue un religioso español, nacido en el 1745 y muerto en Valencia en 1813. Estudió Filosofía en la Universidad de Zaragoza, se hizo benedictino en el monasterio de Nájera y prosiguió el estudio de la Filosofía en el colegio de San Juan del Poyo (Pontevedra). En la Universidad de Irache cursó Teología y Derecho Canónico, tras lo cual se graduó de maestro en Artes y se doctoró en Teología y en Cánones.

En 1775 el nuevo obispo de Puerto Rico, fray Manuel Jiménez y Pérez, lo nombró su confesor y secretario de la diócesis, y lo llevó consigo a la isla. Durante ese tiempo visitó gran parte de los pueblos ya fundados en nuestro país. Hizo un análisis muy interesante sobre cada ayuntamiento, la sociedad puertorriqueña y nuestras costumbres, entre otras cosas.

Se tiene conocimiento de que Fray Iñigo Abbad realizó estas visitas a los pueblos en el año 1771. Nos dejó interesantes datos sobre sus memorias en un manuscrito de suma importancia para nuestra historiografía, el anteriormente mencionado Historia Geográfica, Civil y Natural de la Isla de San Juan Bautista de Puerto Rico, publicada en el 1788. Existen varias ediciones como la que publicó Pedro Tomás de Córdoba en su primer tomo de sus Memorias Geográficas, Históricas, Económicas y Estadísticas de la Isla de Puerto Rico, originalmente publicado en entre el 1831-1833 en 6 tomos. Anotada más adelante por José Julián Acosta en el 1866 se le añadieron ensayos introductorios por Isabel Gutiérrez del Arroyo y uno más reciente del Dr. Gervasio García. Fray Iñigo Abbad dividió su libro en 40 capítulos, esto sin incluir la introducción, y unos apéndices de temas variados. Hay que mencionar que durante todo el libro da sus opiniones críticas de los naturales de la Isla. Pero nos da datos interesantes como la fundación de algunos pueblos como San Germán, Coamo, Arecibo,  mientras que los describe, nos habla de su topografía, minería, el estado de la agricultura y mucho más.

Sobre los puertorriqueños, según un análisis general de la obra, “Abbad y la Sierra estableció el elemento central de los insulares: la mezcla racial y el carácter equivoco que producía” (Mendoza 2015: 160)

Abbad y la Sierra nos da un dato muy interesante sobre el paralelismo agricultura/población: “Para conocer el estado de la población de un país, basta examinar el de su agricultura: por el estado general en que se manifiestan las producciones de esta isla se vendrá en conocimiento de su cultivo y población: ésta asciende á 70,250 almas de todas clases y castas. Al arribo de los Españoles había en ella más de 600,000 indios(a), cuyas labores agrarias sólo se extendían a un corto campo de maíz y raíces necesarias para el sustento de la familia. El imprudente empeño con que los primeros pobladores dedicaron sus trabajos al beneficio de las minas, descuidó el cultivo de las tierras. Esa falta y los varios sucesos de la guerra extenuaron la agricultura y la población de la isla.” (Abbad y la Sierra 2002: 359)

Por otro lado, utilicemos el ejemplo de la descripción de Utuado (el único pueblo en ese momento en la montaña) para ver la mención sobre las características de los “naturales” desde su punto de vista europeo e ilustrado:

“Siguiendo su curso (Por el rio Grande de Arecibo) hasta su origen después de cruzarlo 33 veces, se llega á la cumbre de la cordillera. En medio de ella y aun cuasi de la isla está el pueblo de Utuado que consta de 19 casas, con una pequeña iglesia casi arruinada; sus vecinos en número de 180 con 1.016 almas, viven en sus respectivas estancias, situadas en la cima de la montaña, cuyas tierras son gredosas y de sustancia para todo género de frutos; pero solo cultivan los comunes en la isla y éstos en cuanto sufragan á su subsistencia: después de ésta sólo cuidan vacas y mulas que suelen pasar por tercera mano á los extranjeros por los puestos de la costa Sur, igualmente que algunas maderas de tintes, resina, la nuez de especia y otras producciones que la naturaleza voluntaria les ofrece” (destaque mío)

“La distancia á la Capital, la aspereza de los caminos, intransitables la mayor parte del año, les imposibilita llevar á ella sus efectos, de que resulta el ningún estímulo que tienen para dedicarse á la agricultura y el vivir estos habitantes asilados en el centro de la isla, sin comercio ni comunicación, tan incultos y groseros como los colonos del lago Ontario.”

Continúa el fraile: “Bajando de la montaña en que está este pueblo para el Arecibo se presenta á la vista todo el curso del rio, que es caudaloso; á uno y otro lado se descuelgan diferentes arroyos formando hermosas cascadas que al paso que recrean al caminante riegan los valles intermedios que se extienden hasta el rio. Este fondo de la vega se remansa, corre con lentitud, ostentando el caudal de sus aguas que derrama en las crecientes por las dos riberas, dejándolas fecundadas para la producción de abundantes pastos siempre cubiertos de vacas, mulas y caballos que son los mejores de toda la isla. En el centro de estas praderías se descubren las casas de los dueños de las tierras, rodeadas de frondosos platanales, elevadas palmas y algunos otros planteles de caña de azúcar, café y algodón. Los términos de cada poseedor están divididos con vallas de naranjos, limones, emajaguas, achiotes y otros árboles que la tierra feraz produce con variedad exquisita, resultando de tan diferente conjunto un país delicioso y alegre, en naturaleza activa ostenta la realidad de sus primores con más gracia y variedad que en las imaginadas de Circe y de Caliope.Todo país da un golpe que admira y embelesa la vista, y no es menor el que da á la razón ver indiferencia con los habitantes miran las riquezas que podría rendirles esta tierra, si no fuera tanta su indolencia.” (Abbad y la Sierra 2002: 312-313) (Destaque es mío)

La comparación de lo “inculto y grosero” viene de un europeo ilustrado y era de la forma que el fraile, el cual fue secretario del Obispo Fray Manuel Jiménez Pérez, veía a los habitantes de la Isla. Observamos la mención del problema del contrabando y de cómo los nacionales le dejaban todo a la naturaleza. Todo crecía de forma natural y estos se aprovechaban de lo que les proporcionaba la naturaleza.

Ángel López Cantos (1972)

Ángel López Cantos es un historiador español y catedrático retirado de la Universidad Sevilla, Departamento de Historia de América. Muchas de sus publicaciones tocan el tema de Puerto Rico como la Historia de Puerto Rico 1650-1700 (1974), Miguel Enríquez (1994), Fiestas y juegos en Puerto Rico (Siglo XVIII) (1990), Los puertorriqueños: mentalidad y actitudes Siglo XVIII (2001), además de cientos de ensayos y artículos en una gran cantidad de libros y revistas de prestigio mundial. Dio clases en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe gracias a un intercambio con la Universidad de Sevilla el cual había logrado don Ricardo Alegría.

El libro que vamos a estar tocando lo es Los puertorriqueños: mentalidad y actitudes Siglo XVIII. Como dice en su resumen, esta publicación reseña diferentes aspectos de la vida cotidiana del Puerto Rico del Siglo XVIII. Está divido en unos 8 capítulos con varios subtemas, lo que hace fácil su lectura. En la introducción nos deja ver el propósito inmediato de esta investigación.

Por lo general, muchos historiadores del pasado concentraban sus investigaciones en los grandes eventos. Pero, ¿qué pasaba con los pequeños? ¿Cómo actuaba el pueblo? Y otro asunto, se publicaba mucho sobre la elite social, ya fuera peninsular o criolla, mientras el resto del pueblo era inexistente. En la década del 70 del siglo pasado, muchos historiadores cambiaron esos conceptos y comenzaron a investigar al “vulgo”, a la “plebe”, el día a día de las clases marginadas y trabajadoras. En Puerto Rico lo podemos ver con la obra del puertorriqueño Fernando Picó.

Temas como la muerte, el racismo, religión, y yo me atrevería añadir el nacionalismo, en términos de identificación con la tierra que los vio nacer, comienzan a ser tratados en este libro. Surge, a mi parecer, el concepto de lo puertorriqueño. Por ejemplo, según el autor, para el 1705 surge el uso de la palabra puertorriqueño:

“Y finalmente, el presidio de San Juan debe estar compuesto de cuatrocientos infantes y en la actualidad no llegan a doscientos cincuenta útiles. Bastantes de éstos son puertorriqueños (sic.) bastardos de los gobernadores, de los oficiales reales y del ejército, que les sientan plaza y les dan los mejores cargos sin tener conocimientos en el arte de la guerra, porque tienen buenos intercesores como son sus padres. Mientras tanto los españoles, que dejamos padre y madre y estamos hartos de servir a vuestra cultural majestad en los presidios de Flandes, Orán, y Ceuta nos dejan abandonados a nuestra suerte”

Aquí vemos una guerra de clases. Como el español promedio, en este caso militares, veían al natural y le da un distintivo de “puertorriqueños” para distanciarse socialmente del mismo. También vemos que si existía una elite criolla la cual tenía contactos con el gobierno, de lo cual estos españoles se quejaban. Dato importante es que se fundaron unos 25 pueblos y entre ellos, el primer pueblo del centro de la Isla, Utuado en 1739. Este ayuntamiento pasaría a ser un enlace, no solo económico y unificador, sino cultural con la costa norte y sur.

Nos da varios ejemplos sobre negros que adquirieron riquezas, pero eran rechazados por la elite puertorriqueña. En varios casos nos habla de Miguel Henríquez y nos pone su figura como uno de los paradigmas más fuertes del repudio por color. Nos da otro ejemplo de un mulato adinerado y la queja viene del Gobernador Dufresne:

“…que un vecino de San Juan, nombrado José Concepción de calidad mulato espurio, de oficios bajos (pulpero y regatón {comprador de ganado}) usando ciertos privilegios, que decía tener de la Silla Apostólica para hacer celebrar misa en un oratorio privado con otras exquisitas gracias, fundadas sobre su noble y distinguido nacimiento a que había condescendido, expidiendo sus licencias en los mismos términos este reverendo obispo. Pero como una tan extraña novedad en este corto pueblo causase notables escándalos con agravios de las personas nobles y de carácter, viéndose igualados con el mulato espúreo, José Concepción.” (López Cantos 2001: 115)

Como dice el autor, aunque adinerado este Concepción, su color de piel no le permitía subir de escala social. Para un negro puertorriqueño, no importa la cantidad de dinero que tuviese no podía formar parte de la clase dominante.

Paralelismo entre los autores

Un parecido muy obvio es que ambos autores españoles, aunque de diferentes épocas, tenían mente de colonizador. Auun, existe entre los españoles esa mentalidad y mirada de los que fueron sus colonias en América. Ambos tocan el tema del racismo en sus obras, pero de diferentes puntos, Abbad como testigo de una época, y López Cantos lo ve a través de sus investigaciones. La fidelidad de los naturales hacia la corona es analizada por ambos autores. Esto desde puntos de vista totalmente diferentes. Abbad vivió el momento y fue testigo del criollo de la época y su visión sobre la Corona. Por otro lado, el investigador español puede ver esa fidelidad a través de los documentos, pero estos documentos son los que dejaron el gobierno, no lo que realmente pensaban los naturales. Tenemos que tener en cuenta que a pesar que López Cantos utiliza varios documentos para hacer su análisis, también el propio Abbad es parte de las fuentes primarias para su investigación. Ambos tocan el tema de las costumbres de los naturales. De diferentes puntos de vista. Para Abbad las costumbres son heredadas de los tainos. (Desinterés, indolencia, frugalidad, bebidas fuertes) al igual que las construcciones de las casas (bohíos). También nos hablan de la dieta de los locales. (Avellanas, arencas, harinas, etc) y lo que cultivaban. Para ambos el consumo del alcohol era importante, no importa la clase social.

Podemos observar algunas diferencias entre ambos escritores. Abbad hace un recuento de la historia de Puerto Rico desde su descubrimiento, sus habitantes naturales y hace una descripción geográfica de la Isla. En ese sentido, López Cantos se enfoca específicamente en el Siglo XVIII. Pero es que los objetivos de ambos eran diferentes. El Catedrático de la Universidad de Sevilla trata de descubrir una época casi olvidada, obscura, de la historia puertorriqueña. El fraile hace un resumen de la historia de la isla para dejar saber a la Corona la problemática que poseía la colonia. Podríamos mencionar el contrabando, el abandono de la agricultura, la falta de recursos para el desarrollo económico, esto para dejarle saber a los reyes que realmente habían posibilidades de  un desarrollo social/económico de la colonia.

Otra gran diferencia son las épocas en la cual se publicaron los libros, 1788 y 1972. Son visiones de mundos totalmente diferentes. Ángel López Cantos añade temas como las diversiones y como habían llegado a Puerto Rico y se expandieron en toda la Isla. Aunque Abbad toca los entretenimientos de los “naturales”, el historiador los investiga a fondo. Inclusive publica un libro titulado Fiestas y juegos en Puerto Rico (Siglo XVIII) en el que profundiza el tema. Así nos lo deja saber:

“Una de las ideas básicas con la que se ha contado a la hora de escribir estos apuntes, además de presentar el mundo festivo puertorriqueño, ha sido intentar exponer que lo que estaba sucediendo en Puerto Rico no era algo aislado y exclusivo. La Isla, como un eslabón más del Imperio Español, fue escenario de acontecimientos múltiples y de todo género y que al mismo tiempo se estaban produciendo en toda la América hispánica.” (López Cantos 2008: 15)

Esta descripción nos deja ver claramente que todo lo que ocurría en las demás colonias o en la propia España tenía consecuencias en la vida colonial puertorriqueña. Y en ese sentido es a lo que nos quiere llevar López Cantos, a ver esa visión del puertorriqueño que está perdida en el tiempo.

Para terminar quiero añadir una mención adicional del investigador español, “Las fiestas y los juegos son menos susceptibles a cambios, ya que el hombre permanece más fiel a los pasatiempos que a las ideas, aunque a la larga estas modifiquen aquellos.” (López Cantos 2008: 16) Y que realidad existe en esta apreciación del investigador. Al sol de hoy muchas de las costumbres de los puertorriqueños hechas por ambos autores todavía están vigentes. Por mencionar unas, las peleas de gallos y las carreras de caballos. Ambas son parte de la idiosincrasia de la nación puertorriqueña en el Siglo XXI.

 


 

Bibliografía

 

Abbad y la Sierra, Iñigo. Historia Geográfica, Civil y Natural de la isla de San Juan Bautista de Puerto Rico. Estudio Introductorio Gervasio García. Ediciones Doce Calles e Historiador Oficial de Puerto Rico. (2002)

Mendoza Carlos. Documentos con Historia. Puerto Rico Siglos 15-19. Editorial Arco de Plata. Aguadilla, Puerto Rico (2015)

López Cantos, Ángel. Los puertorriqueños: mentalidad y actitudes Siglo XVIII. Ediciones Puerto. San Juan, Puerto Rico (2001)

______________ Fiestas y juegos en Puerto Rico (Siglo XVIII). Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Impreso en Colombia. Segunda Edición (2008)

Woll, Allen L.. Puerto Rican Historiography. Puerto Rican Series. Gordon Press, New York USA (1978)

jueves, 17 de marzo de 2016

Tierra Adentro, una novela utuadeña


El autor de esta importante obra lo fue el utuadeño Ramón Juliá Marín. El mismo nace en Utuado en el 1878. Durante ese tiempo, esa zona montañosa era la capital del café a nivel Isla. Su padre tenia negocio y trabajaba en el tabaco. Su madre se dedicaba al hogar. Comenzó a estudiar en una escuela de la localidad la cual fue cerrada como parte de la represión del entonces gobernador Romualdo Palacios. Esto llevó al joven a estudiar en uno de los primeros colegios privados de Puerto Rico, el cual era dirigido por el anti españolista y republicano Juan Luis Rosselló. De esta aula de enseñanza surgieron figuras como  Jesús María Lago, Nemesio Canales, Félix Córdoba, Luis R. Miranda por mencionar algunos. Entre tan distinguido grupo se encontraba el autor nuestro protagonista. Marín desarrolló una gran amistad con el pintor e ingeniero Julio Tomás Martínez. El Dr. Héctor Sepúlveda, profesor de periodismo de la Universidad de Puerto Rico escribe que “se le conoce mayormente como novelista…”. Añade, “…al estudiar su obra, nos damos cuenta que despunto como poeta, periodistas y cuentista.” Pero, por otro lado, el Dr.  Fernando Feliú Matilla, profesor de Estudios Hispánicos del mismo centro docente menciona “que pasó a la historia de la cultura puertorriqueña por el ejercicio del periodismo y de la literatura, en particular del quehacer novelesco.” Aunque publicó dos novelas completas, Tierra Adentro y La Gleba (una tercera novela aun permanece inédita) y varios poemarios, como Adelfas y otros poemas que ganaron premios del Ateneo y varias instituciones culturales. Los mismos, influenciaron a escritores venideros, su mayor aportación, a mí entender, fue en el periodismo.
 

Juliá Marín vive en carne propia el cambio de soberanía y esto lo plasma en sus novelas. Este es el caso de Tierra Adentro. La primera edición de esta publicación en formato de libro lo fue para el 1911. El titulo de este libro es totalmente implícito, tierra adentro. Toda la obra ocurre en la zona central de la Isla, en este caso el pueblo de Utuado en la zona entre Caonillas y Jayuya. La trama se desarrolla, aproximadamente entre los meses de febrero y diciembre de  1899. Fue una época de grandes cambios en nuestro país. Se instala un nuevo gobierno colonial. En base a esto se desarrolla la historia completa de la novela. Este suceso trae grandes consecuencias culturales y sociales que se explorarán durante toda la obra.

El autor utilizó la novela histórica, genero el cual surge en el Siglo XIX y era muy común durante el romanticismo. Juliá Marín, fusionó la ficción con la historia para narrar los sucesos ocurridos pasados unos meses de la invasión norteamericana.  Josefina Rivera de Álvarez comentó sobre la técnica, “…se ajusta a los modos del relato de forma sencilla y convencional, influida quizá en la exposición narrativa y estilo por procedimientos derivados del reporte periodístico.” Tenemos que acordarnos que este escritor comenzó como periodista.  Para el 1899 se tenía una columna llamada “Notas Utuadeñas” en el periódico El País. O sea, unos 12 años más tarde publica Tierra Adentro, luego de haber adquirido una gran experiencia dentro del periodismo. A esto debe referirse la Dra. Rivera de Álvarez con su planteamiento. El autor se convirtió en un cronista de experiencias vividas y los dejo plasmados en sus publicaciones.

La creación de una serie de figuras es también parte del estilo del escritor. Cada una representó una parte de la sociedad existente durante el tiempo histórico narrado. Tanto primarios como secundarios plasman una crítica real. Francisco Maldonado, el cual realizó su tesis sobre este escritor, propone, de forma interesante simplificar entre “buenos y malos” a los sujetos de la novela. En el estudio de la edición del 2006 de Tierra Adentro, el Dr. Fernando Feliú describe los personajes. Comienza explicando con son un grupo” heterogéneo” de la “ruralia” y que en su mayoría son jibaros. Esto compara, según el crítico con las novelas La charca, Estercolero y Cosas, todas naturalistas. Pero, según el propio Feliú, esta publicación se distingue por “…la aparición de un nuevo prototipo social del jibaro condicionado por el momento histórico: el tiznao”. Estos eran personas que se dedicaban a robar y saquear haciendas que estuvieron en manos de españoles. Se les conocía con ese nombre porque se pintaban el rostro para no ser reconocidos.  Este nuevo personaje es que diferencia a Tierra Adentro de las demás publicaciones similares. Es realmente una aportación al estudio de este fenómeno, el cual por lo difícil, no ha sido muy estudiado.

 Los tiznaos comienzan como unos movimientos de venganzas contra las pasadas clases dominantes españolas. Eran conocidos también como las partidas sediciosas. Estos, al principio, atacaron todo lo que fuera referente a la clase española que dominó por muchos años. Con un ataque de este grupo da comienzo la narración de esta obra. Con el atropello a la finca de un agricultor de nombre Atanasio el cual se quejaba del robo del poco café que había cultivado. Continúa toda la trama describiendo los diferentes acontecimientos ocurridos por este grupo de personas que se dedicaron al saqueo y robo de las diferentes comunidades de la zona. Todos estaban dirigidos por Andújar, una persona, que según el, fue atropellado por los españoles, y ahora pertenece a una clase que comienza a escalar sin importar como lo hace. Este representa todo lo negativo de la sociedad de la época. Debido al poder adquirido luego de la entrada de los americanos, sus acciones no son recriminadas. Posee el apoyo de los jueces y políticos de la región.

Don Hermogenes y Don Atanasio representan a los antiguos hacendados, o la clase dominante durante el dominio español. Ambos son la contraparte moral de Andújar y su grupo. Antero, figura intermedia en la narración, representa la moral, el trabajador  honrado, o sea al héroe. Es asesinado por los tiznados y este crimen fue manipulado y ante los ojos de todos, pasando de héroe a criminal. Esto debido a la manipulación de Andújar, el cual era su figura antagónica. Este último es culpable de la violación de Taña, novia de Antero y una de las hijas de Atanasio.

Se toca también a las personas las cuales se les pagaba por convencer a los desempleados para que fueran a trabajar a Hawaii. Este es un tema muy poco tocado en la historia de la Isla, e inclusive no esta muy plasmado en la literatura. En este caso el autor lo describe de forma genial. Le otorga características de explotador a este tipo de persona que tenia este tipo de encargo el cual era uno gubernamental. Uno de los que emigra lo es Roque, hijo de Atanasio. Este acontecimientos, aunque es tocado en unos párrafos, es uno de suma importancia. Es representativo de lo que era una clase dominante, y lo que tuvo que hacer para sobrevivir, por causa de dos aspectos, el económico y el personal. Debemos recordar nuevamente que todos estos antiguos hacendados eran vistos con malos ojos por la nueva clase dominante. En La Gleba, continuación de esta novela, podremos apreciar el destino de Roque y sus narraciones sobre su viaje de regreso a su tierra.

Andújar estaba enamorado de Taña. En varias ocasiones le ofreció su amor y le pedía matrimonio. Debido a sus nuevo status social, le ofrecía una vida cómoda. Esta se le negó todo el tiempo, llevando al primero a satisfacer sus deseos carnales, violando a la joven. Son impresionantes las palabras del autor de ese momento. “…la naturaleza lloraba la vil profanación, o que Eolo, celoso del sátiro, interrumpía la delicia extrema del placer infame!”,  metáfora representativa de la violación de la tierra que le dio de vivir al pueblo utuadeño por tantos años.

Para resumir, Ramón Julia Marín dejó para la posteridad, los relatos de tiempos que fueron sumamente difíciles. Así lo plasma Enrique Laguerre con las siguientes palabras, “…nadie como él supo recoger el latir de esa  época tan significativa en nuestra historia de pueblo: 1898-1907: transición, inestabilidad, inseguridad.” Excelente descripción sobre el trabajo de este autor.

La novela esta narrada en primera persona,  intercalando diálogos de los diferentes personajes. Todos hablan de forma muy culta, no importa la clase social algo bastante normal para la epoca. Vemos hasta un conserje que lee el periódico que dejo su jefe en el escritorio. Sabemos que históricamente, esto podría haber sido poco probable debido al gran analfabetismo existente en esos tiempos.  El narrador nos deja entrar en la mente de los actores, gracias a eso vemos cómo piensan y sufren, nos identificamos.  

La novela concluye de forma abrupta. “Circunstancias excepcionales nos obligan a cerrar con este capitulo el libro Tierra Adentro.” Anuncia una segunda parte que “con diferente titulo aparecerá en breve.” Esto para dar pasó a su segunda novela, La Gleba, que aunque realmente no continúa el desarrollo del tema de los tiznaos, si toca otros efectos del cambio de soberanía.

 

Bibliografía:

Feliú Matilla, Fernando. Tierra Adentro. “Comentario critico”. Editorial Universidad de Puerto Rico. San Juan, Puerto Rico, (2006)

-La Gleba. “Comentario critico”. Editorial Universidad de Puerto Rico. San Juan, Puerto Rico (2006) Juliá Marín, Ramón, Tierra Adentro. Edición de Fernando Feliú Matilla. Editorial Universidad de Puerto Rico. San Juan, Puerto Rico, (2006)

-La Gleba. Editorial Universidad de Puerto Rico. San Juan, Puerto Rico, (2006)

Laguerre, Enrique. “Un novelista olvidado: Ramón Juliá Marín”. Isla, Vol. II, Núm. 5,  (1940)

Maldonado, Francisco. Ramón Julia Marín. Tesis de Maestría. Departamento de Estudios Hispánicos. Universidad de Puerto Rico, (1965)

Maldonado Jiménez, Rubén. Vida y obra periodística del utuadeño Ramón Julia Marín. Edición de Autor, (2012)

Rivera de Álvarez, Josefina. Literatura Puertorriqueña, su proceso en el tiempo. Ediciones Partenón, Madrid, España, (1983)

martes, 9 de febrero de 2016

Masonería puertorriqueña a través del radicalismo masónico en el Dr. Ramón E. Betances



Por: Prof. Andrés Hernández García


 

La masonería puertorriqueña se le adjudica un papel importante en la política del Siglo XIX,   más aun, cuando entre los ilustres hermanos puertorriqueños que fueron masones, encontramos a Eugenio María de Hostos, Santiago R. Palmer, José Celso Barbosa, Luis Muñoz Rivera, José de Diego y al padre de la patria puertorriqueña don Ramón Emeterio Betances. Estos son solo algunos de ilustres puertorriqueños que han pertenecido a este grupo.  Al igual que Betances,  muchos de los líderes independentistas de las Antillas; Cuba y República Dominicana fueron masones, entre ellos, Gregorio Luperón, Pedro Pimentel, José María Cabral, Nissage Saget, Antonio Maceo, José Martí, Carlos Manuel de Céspedes entre otros.  Decir que dentro de las logias del Siglo XIX se discutió y organizaron  las luchas libertadoras de nuestra patria y las Antillas es una presunción, por parte de la masonería, un poco delicada. Al menos es lo que mis hermanos Masones repiten con orgullo, pero, resulta difícil demostrarlo, porque la evidencia es escasa y en ocasiones difíciles de obtener.

Algunas de las razones que hacen engorroso demostrarlo es que durante el Siglo XIX las logias tuvieron que operar de manera oculta debido al acosamiento del Gobierno español en la isla. A esto se suma la persecución por parte de la Iglesia a los Masones, las inclemencias de la naturaleza y la falta de protección de documentos.  La polilla y la humedad en algunas logias fueron factores ya , no había conciencia de preservar los documentos como material histórico y los desechaban.  En otras ocasiones, los destruían para no ser implicados cuando eran perseguidos y acusados por los Compontes, así como para evitar las represiones del Gobierno Monárquico de Fernando VII y los poderes absolutos de los gobernadores, como por ejemplo, el General Miguel de la Torre.

            El Profesor en Humanidades de la Universidad del Sagrado Corazón, Oscar G. Dávila del Valle, escribió sobre el tema de Betances y la masonería.  Para la masonería puertorriqueña el hermano Betances resulta ser uno de los representantes de nuestra orden con mayor prestigio.    En su escrito: Presencia del ideario masónico en el proyecto revolucionario antillano de Ramón Emeterio Betances, plantea la aparente radicalización de la masonería en Hispanoamérica y las Antillas.  Por otro lado la Respetable Logia de Investigación José G. Bloise #103 publica la revista Lumen que en su  edición #1 en agosto de 2014, reseño; Apuntes sobre la vida masónica de Ramón Emeterio Betances, de Luis E. Santiago Ramos y Los Betances: familia de masones, de Luis Antonio Otero González.  Basado en estas tres investigaciones dirijo mi trabajo para relacionar al Dr. Ramón Emeterio Betances con la masonería puertorriqueña y la lucha por la liberación de nuestra patria. Esto de la misma forma la cual el Prof. Oscar G. Dávila relaciona las logias de Puerto Rico durante el Siglo XIX con un radicalismo masónico que influyó en Betances.

            Comenzaré mi discusión con el trabajo del Prof. Dávila: Presencia del ideario masónico en el proyecto revolucionario antillano de Ramón Emeterio Betances, porque lo considero de mayor interés en la forma en que presenta su trabajo y la manera que hace sus planteamientos, más objetivos, a diferencia de los escritos publicados en la revista Lumen, donde en los escritos de Luis E. Santiago y Luis A. Otero permea su criterio masónico.

            En su Presencia del ideario masónico en el proyecto revolucionario, Dávila plantea que no hay suficiente evidencia que sustente la influencia masónica de Betances en el desarrollo del ideario político antillanista, ni en la organización logística del movimiento revolucionario en Puerto Rico, pero admite que existe evidencia de Betances como masón. En 1866 se establece la logia masónica Unión Germana en la Villa de San German, vecina a Mayagüez, y Betances ingresa en ella.  Esta fue una  de las primeras logias puertorriqueñas. De tal forma que muchos de los revolucionarios puertorriqueños aprovecharon el secreto de los talleres masónicos para fomentar el separatismo. Un año más tarde, en 1867, Betances fundará la Logia Yagüez, para trabajar independientemente, cada hombre consagrado a la causa de la libertad. [1]

Apunta  el Prof. Dávila que es muy difícil conocer sobre estos grupos masónicos ya que la logia más antigua de la que se guarda documentación data de 1870: Adelphia de Mayagüez.    Nos comenta que, “con el paso del siglo se hace más difícil aclarar este asunto si suponemos, como puede verificarse, que hacia 1866 existían en Puerto Rico tres grupos de obediencias masónicas: las filiadas a los cuatro grandes orientes de España (de política asimilista), las adscritas a la Gran Logia de Colón de Cuba (el caso de la “Adelphia de Mayagüez que se independiza de esta filiación cubana en 1885 para constituirse en Gran Logia Soberana de Libres y Aceptados Maestros Masones de Puerto Rico) y las que se fundaron bajo jurisdicción de la Gran Logia de Santo Domingo, que será el caso de las Logias Unión Germana #8 y Yagüez #10.[2]  Reconozco que existe un grado de dificultad mayor, pero entiendo que, en la ardua y difícil tarea de visitar los archivos de estas Logias hermanas, se puede extraer la documentación necesaria para conocer más acerca de estas logias y orientes masónicos.

            Dávila relaciona la ascendencia dominicana de Betances con las Logias Unión Germana y Yagüez, estas fueron fundadas bajo la jurisdicción de la Gran Logia de Santo Domingo, además  de los posibles primeros contactos de Betances en Toulouse y Paris, con la masonería,                el carbonarismo, el blanquismo, el socialismo y el anarquismo, como posibles causas que contribuyeron a la radicalización  masónica en Betances. Dando lugar a pensar en una masonería en radical en Puerto Rico.

            Para demostrar que esa radicalización no se pudo haber llevado a cabo en las logias ya constituidas, Dávila hace mención de cómo surge la masonería especulativa en 1717 en Inglaterra, que es a la que pertenecen las Logias a las que Betances asistió. Apunta que estas logias están basadas, desde 1723, en la Constitución de Anderson. La misma es muy específica en cuanto a las preferencias políticas y religiosas de nosotros los iniciados. Así se encuentra que en los deberes del francmasón, en la parte de los Puntos Capitales; el numero dos (2) dice:

II. Del Jefe del Estado y sus subordinados

El Masón ha de ser pacífico súbdito del Poder civil doquiera resida o trabaje, y nunca se ha de comprometer en conjuras y conspiraciones contra la paz y bienestar de la nación ni conducirse indebidamente con los agentes de la autoridad; porque como la Masonería recibió siempre mucho daño de la guerra, el derramamiento de sangre y el confusionismo, los antiguos reyes y príncipes estuvieron siempre dispuestos a favorecer a los masones a causa de la quietud y lealtad con que prácticamente respondían a las sofisterías de sus adversarios y fomentaban el honor de la Fraternidad que siempre floreció en tiempo de paz. Así que si un hermano se rebela contra el Estado, no se le ha de apoyar en su rebelión…[3]

 

También señala que para 1859 se implantó en Cuba y Puerto Rico una masonería de afiliación norteamericana, que se basa en esta constitución, señalando que resultaba difícil radicalizar el ideario masónico dentro de las logias.

Para este tiempo existen  logias de obediencia española en la isla y surge una pugna por los derechos de territorialidad sobre las colonias antillanas y se estableció, en el Convento de Lausana[4], o asamblea anual de todos los diputados masónicos de una misma obediencia, que los derechos sobre Cuba y Puerto Rico correspondían al Supremo Consejo de Colón y no a una obediencia española. Para Dávila esto es un indicativo de cómo comienza a radicalizarse el ideario masónico en las Antillas durante el siglo XIX.   Resultaría significativo para la masonería puertorriqueña  lograr evidenciar alguna relación de Betances con la masonería cubana antes de 1868. Sería un factor importante que debería ser estudiado.  En especial cuando después de la Convención de Tirsan[5] surgen tres sectores; uno independentista, otro partidario a integrarse a Estados Unidos y otro que se inclinaba en mantenerse bajo la soberanía española con autonomía política. ¿Cuál de estos sectores llegó a Puerto Rico a través de la obediencia de Cuba en Puerto Rico?  Presumo que pudo haber sido  el sector independentista. Ya que las logias de obediencia española en la isla estaban a favor de mantenerse bajo la soberanía española y ya existían logias norteamericanas trabajando en la isla. 

Señala Dávila, para dar a conocer el radicalismo en la masonería francesa que Andrés Miguel Ramsay, responsable de la proliferación de los altos grados en el Rito Antiguo y Aceptado que se adopta en Francia, pronuncia en 1738 un discurso en la Gran Logia Francesa en el que defiende tres preceptos entre los masones: la república democrática, como sistema ideal de gobierno, el cosmopolitismo ideológico y el sentimiento patriótico como base para la formación de una nación espiritual y de un pueblo nuevo[6]. Este discurso crea una división en los miembros de la Logia que resulta dividida en dos grupos: La Gran Logia Nacional y el Gran Oriente de Francia.  Esta separación encamina la masonería francesa hacia la participación del ideario a nivel mundial apunta en su investigación Dávila.  Tanto es así que en Francia se hace notar en la reforma de las leyes penales y la supresión de la tortura, y señala la influencia e importancia de este ideario en el desarrollo ideológico que culmina en la Revolución Francesa del 14 de julio de1789 y los principios que sirven de base para la Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano. En este punto, es cuando, para Dávila se puede “ubicar el problema de la aparente radicalización y proliferación de organizaciones de estructura masónica en Hispanoamérica y las Antillas”. Siendo estos los lugares que hacen posible que la masonería llegue a la isla, es probable que haya traído en conjunto estas ideas radicalistas con ellas. 

En América del Sur la masonería estuvo presente gracias a Francisco de Miranda que fundó la Gran Logia Reunión Americana con filiales en Paris, Madrid y Cádiz estando su taller principal en Casa de Grafton Square en Londres. Con ellas  promovió e internacionalizó el movimiento de independencia en América del Sur. Como consecuencia surgen las  logias en las cuales los ilustres hermanos Bolívar y Bernardo O’Higgins se inician. Dando origen a muchas de las sociedades secretas que se fundaron en América del Sur.  A base de estos hechos se puede ver claramente lo distantes y diferentes que son estas logias de aquellas basadas en la Constitución de Anderson, evidenciando a la masonería de las Antillas como ideario e instrumento de la independencia.

Existían para ese momento otras logias a las cuales las Antillas se podían afiliar.             La logia Filadelfia con la cual Miranda había establecido contacto; tenía un comité que defendía la independencia para las Antillas. La de Nueva Orleans con su Asociación Americana cuyo propósito era emancipar a Nueva España[7] de toda dependencia con Europa y con la intención de crear un gobierno independiente aliado a Estados Unidos.

Hubo gran proliferación de organizaciones  clandestinas de carácter o apariencia masónica en Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo.  Dávila menciona como ejemplo a Soles y Rayos de Bolívar constituida en Cuba en 1821, con muchas políticas de inspiración masónica, en Méjico “Junta Promotora de la libertad Cubana” y en la Republica Dominicana La Trinitaria de Juan Pablo Duarte en 1838.  Dávila apunta en su trabajo, que es importante  establecer la relación de las logias que se fundaron al oeste de la isla de Puerto Rico con las sociedades secretas de Santo Domingo.  Como ejemplo las logias Unión Germana y la Yagüez que estaban afiliadas a la Gran Logia de Santo Domingo, y que a su vez se establecieron bajo la obediencia de las organizaciones masónicas de Filadelfia en las cuales Betances se inició y a la vez fundó.

Dávila utiliza una cita del Pasado Muy Respetable Gran Maestro José González Ginorio de su libro, 33 Luminarias, para asociar a Betances con los carbonarios[8].

“La Logia Yagüez nunca tuvo solar.  En el monte en el llano, entre los cañaverales, a orillas del rio Añasco, donde hallaba asilo, siquiera fuese momentáneo, allí se levantaban las columnas del taller donde el patricio [Betances] moldeaba el carácter de su pueblo y preparaba la demolición del régimen absurdo que hacia imposible la vida digna del país. Con el laboraron Segundo Ruiz Belvis, Juan Sagardia, los hermano O’Neill, el corso Caroli y otros. En aquella logia se plasmó la idea de la revolución que debía estallar simultáneamente en varios sitos estratégicos de la isla”.

Cabe mencionar que para que una tenida (reunión de masones) sea válida debe estar constituida por siete maestros masones (los mismos poseen el tercer grado en masonería) y cuando El Ilustre hermano González Ginorio menciona que “allí se levantaban las columnas del taller” se refiere a los doce oficiales que conforman la logia[9].

Además del insigne hermano González Ginorio utilizó, como ejemplo para apoyar el radicalismo masónico en Betances, a José Manuel García Leduc y su libro Betances Heterodoxo, donde señala que la masonería fue otra de las raíces que emanó el pensamiento heterodoxo[10] de Betances.  Esta fue una de las principales y más notorias heterodoxias modernas, estructurada sobre algunas de las principales ideas y practicas asociadas a la llamada modernidad (e. g., el liberalismo y la democracia). Asimismo, su carácter privado- que algunos llaman secreto- sirvió  para incubarlas y proteger a sus afiliados de la censura y represión de las estructuras y mecanismos de poder asociados a la ortodoxia[11]”.  Me resulta relevante lo que apunta García Leduc cuando dice que: “Betances fue un masón militante que contribuyó a organizar logias clandestinas para promover la independencia política de Puerto Rico. Asimismo, la afiliación masónica facilitó la promoción internacional de su pensamiento antillanista y antiimperialista”.  Sobre el asunto de logias clandestinas en una ocasión consulte al Prof. Mario Cancel Sepúlveda y me planteo, ¿Cuál era la razón de creer que estos grupos secretos fueran masones o logias secretas? y le argumente que probablemente eran hermanos masones que no querían ser perseguidos o pone en peligro su logia madre y decidieron trabajar desde el clandestinaje, a lo que Cancel admitió que resultaba convincente mi argumento. García Leduc señala que aun dentro de la misma masonería, Betances era un heterodoxo porque estaba en contra del llamado de la masonería acerca de  la neutralidad política.  Pero, donde atina con una gran verdad, es cuando señala que “son los individuos masones los que se involucran en los asuntos políticos, no la masonería en cuanto tal”.  Partiendo de esta premisa el radical es Betances, no las logias. Pueden estar constituidas bajo el estatuto de Anderson (Constitución) y quien hace a la masonería radical es el masón. ¿Pudo haber un pensamiento radical en los masones de la época? Es posible, pero presumir que las logias eran radicales es otra cosa diferente.

Continuando con el pensamiento de Dávila, señala que Betances nunca dejo de ser masón. “Hacia 1885 participaba en la Logia del Gran Oriente de Francia según se lee en cartas de Mestre Amabile a Estrada Palma del 2 y 21 de diciembre.  Lo seguirá siendo hacia 1898 de acuerdo a una carta de Betances a Estrada Palma del 6 de mayo”.  Donde al final de la carta Betances anota, refiriéndose al Dr. F.F. Falco, “es un hermano nuestro que lleva al gobierno de Cuba las felicitaciones y simpatías de toda la democracia italiana”[12].

A modo de conclusión, Oscar Dávila, y la parte que más llama mi atención, apunta que la masonería por ser una organización apolítica, los masones para poder tomar parte en organizaciones políticas que están en contra de la constitución masónica, decidieron separarse para organizar sociedades secretas de apariencia masónica.   Y que “la filiación de los revolucionarios de las Antillas parece ser mas de origen carbonario que masónico o de filiación norteamericana, (Filadelfia o Nueva Orleans) que simpatizaban con el ideal de la independencia”.  La enciclopedia católica online “Omnia Docet per Omnia” se refiere a los carbonarios como que “desde París, centro de la Charbonnerie, se extendió rápidamente por todo el país y hacia finales del año 1821 causó varios motines entre las tropas. El movimiento perdió su importancia una vez que varios de los conspiradores fueran ejecutados, especialmente cuando las discusiones surgieron entre los líderes del movimiento.  La Charbonnerie tomó parte en la revolución de julio de 1830, pero tras la caída de los Borbones perdió su importancia. Después se formó una Charbonnerie démocratique entre los republicanos franceses, para conseguir una constitución republicana para el país, pero después de 1841 no volvió a oírse hablar de ellos”.     No sé hasta qué punto pudo haber influenciado este “carbonarismo” a la masonería francesa que se estableció en la Republica Dominicana y llegó al centro más importante de la masonería puertorriqueña en el siglo XIX, el oeste de la isla.  Mi duda está basada en consideración a las fechas provistas por la enciclopedia católica, aunque reconozco que las ideas trascienden los tiempos.

 Dávila apunta que existen  divergencias entre la masonería de las Antillas y los estatutos de la Constitución masónica.  Concuerdo con él,  pero al igual que el entiendo, que “en la masonería de Puerto Rico en el siglo XIX hubo una radicalización en las logias y hace necesario investigar, para evidenciar esta radicalización, en los archivos de las Logias de Santo Domingo, Cuba, Filadelfia y Nueva Orleans. Si se puede evidenciar esta radicalización entonces en Puerto Rico existió un sistema de verdaderas logias revolucionarias en abierta contradicción con los estatutos de la masonería tradicional.  De lo contrario, las sociedades secretas a través de las cuales se organizan los movimientos de independencia no eran verdaderas logias”,  entonces, partiendo de esta premisa, nosotros los masones hemos vivido con la idea romántica, que en nuestras logias se gestaron las grandes revoluciones y conspiraciones para la libertad de nuestra patria.  Por lo tanto es necesaria la investigación para evidenciar si hubo o no hubo radicalismo masónico en Puerto Rico y si el mismo influenció a Betances para trabajar a favor de la independencia de Cuba y Puerto Rico y la idea de confederación entre las grandes Antillas y la posible influencia de este radicalismo en el Grito de Lares. Puede resultar  complicado pero no imposible. Hacia esta y otras preguntas, dirijo futuras investigaciones como parte de mi tesis doctoral.  

El segundo trabajo que utilicé para este ensayo es el trabajo Apuntes sobre la vida masónica de Ramón E. Betances, de Luis E. Santiago.  Este comienza con una biografía de Ramón Emeterio Betances la cual omito ya que mi propósito es vincular a nuestro patriarca con la masonería puertorriqueña a través  del radicalismo masónico.  Pero, como una posible base para Betances de su formación masónica, señala que la razón por la cual Felipe Betances envía a su hijo Ramón E. Betances a tan temprana edad a Francia encomendándole su custodia y educación se debió a la relación masónica que unía a Felipe Betances con el francés Jacques Catherine Maurice Prévost.   En El desterrado de Paris, Félix Ojeda señala que “la confianza de don Felipe depositada en Maurice resulta claramente excepcional.  Jacques Gilard propone la hipótesis de vinculaciones masónicas para explicar el traslado de Ramón Emeterio Betances al sur de Francia[13].   Por tanto señala Santiago, que la enseñanza masónica de don Felipe en adición a la recibida de su familia adoptiva es clara señal de los primeros acercamientos masónicos que tuvo Ramón E. Betances desde tan temprana edad.             

Otro dato significativo que señala Santiago, se refiere al Grito de Lares. La actividad conspiradora que culminó en esta revolución puertorriqueña contó entre sus filas con varios masones, según nos expresa el historiador José Paralitici:

“Cuando la noche del 23 o ya entrada la madrugada del 24 de septiembre de 1868 los revolucionarios constituyeron en Lares el gobierno provisorio de la república de Puerto Rico, tres masones ocuparon tres importantes carteras: Aurelio Méndez Martínez, la de Gobernación; Clemente Millán, la de Gracia y Justicia; y Bernabé Pol Segarra, la de Secretario de Gobierno. Los tres fueron arrestados y encarcelados por los sucesos de Lares.”

 

Esta puede ser una de las evidencias, que los hermanos masones han tomado como prueba para afirmar que en logia masónica se planeó y se discutió la gesta del Grito de Lares. Para reforzar esta posición señala Félix Ojeda que, “la masonería ocupa un lugar sobre saliente en la vida política puertorriqueña durante el siglo diecinueve. Es significativo el número de políticos, periodistas, educadores, poetas, y comerciantes que son miembros de las logias.          Es igualmente notable la intensidad de los contactos intelectuales entre los masones de Puerto Rico y la Republica Dominicana. Espaillat, Luperón, Billini y Heureaux fueron masones y presidentes de la nación hermana.  Además, todos ellos son amigos de Betances y Hostos. Esto no impide que haya diferencias entre los << hermanos masones>> de una y otra isla.                  Pero, definitivamente, por la vía de la masonería se guardan secretos y se recaba el apoyo y la solidaridad, de unos y otros, en proyectos revolucionarios para beneficio de las Antillas”[14] 

            Santiago continua señalando que, “a pesar del fracaso del Grito de Lares, Betances continuó fiel a sus principios masónicos  y revolucionarios. Dos años más tarde, en 1870, haciendo el uso de la palabra en una actividad masónica en la Gran Logia de Puerto Príncipe en Haití  dice: ¡Formemos un pueblo de verdaderos masones; levantemos un gran templo de bases tan sólidas que las acometidas de las razas sajonas y españolas combinadas no logren estremecerlo! Lo dedicaremos a la independencia y sobre su frontispicio grabaremos esta inscripción, la cual nos dicta a la vez nuestro interés y nuestro corazón, inteligencia más generosa y el más egoísta instinto de conservación: Las Antillas para los Hijos de las Antillas”.

            Continúa con el argumento que el,  “5 de enero de 1874 comienza a visitar la logia El Templo de los Amigos del Honor Francés de  los valles de París cuyo Venerable Maestro lo era Eugene Hubert. Esta logia por sus méritos lo hace miembro de honor. Betances ostentaba el grado 18 de los Altos Cuerpos masónicos”.  Santiago quiere dejar establecido que Betances fue masón dentro y fuera de Puerto Rico e inclusive asevera que: “hasta que no se pruebe lo contrario creemos que Betances continuó siendo masón”.  Es necesario señalar que una vez que te inicias y prestas juramento ante el Ara Sagrada, seguirás siendo masón, aunque, como se dice en masonería estés durmiendo (inactivo).

            El tercer escrito contenido en este trabajo le pertenece a Luis A. Otero donde ha querido darle un reconocimiento a la familia Betances por la firmeza en sus valores como ciudadanos conscientes de la situación social de su comunidad y de ser verdaderamente hombres libres y de convicciones. “Decidimos pasar por alto las reconocidas y bien documentadas ejecutorias del prócer Ramón Emeterio Betances Alacán, y darle un espacio en la historiografía masónica a Felipe, Adolfo, Fermín Parmenión, Manuel y al padre Durán. Ya que la mayoría de los historiadores en Puerto Rico obvian o efímeramente mencionan el hecho que muchos de los hombres ilustres de Puerto Rico eran masones orgullosos de haber pertenecido a la fraternidad masónica, sin temor alguno. Que muchos de sus valores como hombres libres, en pro de la igualdad para todos en sus comunidades fueron fomentados por las filosofías masónicas y  reforzadas dentro de las logias. Que son hombres que no se pueden olvidar, aunque no hayan sido los grandes próceres, pero que fueron grandes hombre con sus ejecutorias dentro de sus comunidades”. También este hermano masón continua aseverando su posición de la aportación masónica a Puerto Rico.

            Un dato relevante y de interés en su trabajo es, que Otero señala “que eran años difíciles para la masonería en Puerto Rico, en particular la de corte autóctono que era auspiciada por la Gran Logia de Colón en Cuba. Muchos masones de estas logias de la obediencia de la Gran Logia Soberana de Puerto Rico fueron perseguidos, arrestados, fusilados o expatriados de la isla por considerar la Gran Logia de Puerto Rico como rebelde y nido de revolucionarios”.              Sin embargo, por otro lado expone el dato que, “Allá para los años 1895 a 1896 y con motivo de la insurrección cubana, la suspicacia de los gobernadores españoles, determinó la clausura de todas la logias, sin distinción de Orientes, las cuales se disolvieron en su totalidad, con excepción de la logia Palafox y el Capítulo Lanuza del Grande Oriente Español que obtuvieron autorización especial del Gobierno para continuar sus trabajos, en razón a que, compuestos en su mayor parte dichos talleres por Jefes y Oficiales del Ejército, no podía serles sospechosos.                    Resulta contradictorio que el gobierno sostuviera esta postura, porque estos jefes y oficiales del ejército al prestar el juramento de su iniciación dicen… “Prometo y juro de igual manera, favorecer y auxiliar a mis hermanos, practicar la caridad, obedecer las leyes de la masonería, las generales de esta Gran Jurisdicción y el reglamento de esta Respetable Logia[15] Por lo tanto se supone que estas logias que se mantuvieron trabajando en sus talleres debían ser leales a los preceptos masónicos y no a los políticos a los cuales ellos pertenecían.  Dentro de logia todos son iguales, los títulos se dejan en el vestíbulo para entrar a trabajar en el taller.

            En conclusión, la evidencia para demostrar que dentro de la masonería puertorriqueña hubo  un radicalismo que influenció en Betances para llevar a cabo su proyecto revolucionario, o que en las logias del siglo XIX en la isla se dio forma y se discutieron los proyectos revolucionarios de libertad  es escasa.  Este trabajo no pretende dejar aclarado el tema, pero me sirve de un preámbulo a investigar sobre la relación de la masonería con relación a los hechos del Grito de Lares, en la Abolición de la esclavitud, en la Carta Autonómica y la invasión estadounidense a Puerto Rico durante la Guerra Hispano- Cubana- Norteamericana.

Sin embargo el hecho, que durante las pocas horas que Puerto Rico fue libre, mediante el Grito de Lares, se constituyese una junta donde los dirigentes eran masones, alimenta la idea de la existencia del radicalismo en la masonería durante este período.  Que hermanos masones estuvieran envueltos en la liberación de esclavos, que otros hermanos masones estuvieron y fueron parte del logro de la Carta Autonómica y la participación de masones en la invasión, reconociendo que  existieron sociedades secretas, que pudieron ser por causa de la persecución del gobierno y de la iglesia. Me motiva a dirigir mi tesis hacia esta difícil e interesante investigación. En cuanto a las sociedades secretas, cabe la posibilidad pensar que estos hermanos crearon las mismas con fundamentos masónicos o que prefirieron llamarlas sociedades secretas para evitar la persecución y que en realidad si fueron logias masónicas.  Muy buena presunción que puede resultar difícil de demostrar, pero no imposible.

El papel que la masonería de Puerto Rico ha tenido en las luchas de independencia se puede evidenciar a través de los hombres que formaron estas logias y por los grupos secretos, además de los lazos de hermandad que unieron a América del Sur y las Antillas.  En masones como Betances, Segundo Ruiz Belvis, Aurelio Méndez Martínez,  Clemente Millán, Bernabé Pol Segarra en su intervención en el Grito de Lares existe un radicalismo que va en contra de la masonería tradicional o es que, ¿antes de la fundación de la Gran Logia de Libres y Aceptados Masones de Puerto Rico existía este sentimiento radical y al cierre temporero de las logias se perdió en el tiempo?  Tal vez cuando los hermanos trasladaron la cede de la Gran Logia de Mayagüez a San Juan, por razones como que, esta nueva cede se encontraba más cerca del gobierno central español y de logias estadounidenses, se apartaron de  esa necesidad de libertad patriótica contemplada en los hombres libres y de buenas costumbres que somos los masones.

¿Es la invasión y cambio de soberanía de Puerto Rico otro factor que pudo afectar al radicalismo masónico?  A la llegada del Imperio estadounidense, hubo mayor aceptación de las logias masónicas y no fueron perseguidas.  La masonería se dispersó por la isla y se fundaron más logias que se ocuparon de llevar una masonería más especulativa y simbólica que una que se tenía que defender de un sistema de opresión, persecución y colonialismo.

Aunque hoy en día existen cerca de 52 logias funcionando en Puerto Rico dentro de un sistema colonial que a larga es lo mismo, lo que no resulta ser lo mismo es que en las logias puertorriqueñas se apagó la llama del radicalismo. Ya el ser masón no es sinónimo de heterodoxia, ya no existen el Masón Inconforme, el Heterodoxo, el Antillano ni el desterrado de Paris.  El Respetable hermano Ramón Emeterio Betances descansa en la Gran Logia Blanca, ubicada en el Oriente eterno. Es muy probable que allá fuera a morar con él, el ideario radical masónico dentro de la masonería puertorriqueña y también el Antillanismo.  Solo resulta de este trabajo continuar la investigación para contestar a mis hermanos masones si verdaderamente en la intimidad y privacidad de nuestras logias, el radicalismo masónico germinó y contribuyó a formar el pensamiento  que dio forma a nuestra patria.

 

 

 

Bibliografía:

 

 

 

 
 
Betances, Ramón E. Las Antillas para los antillanos. San Juan: ICP, Segunda edición, 2001. p.182

 Dávila Del Valle, Oscar. Presencia del ideario masónico en el proyecto revolucionario delas Antillas de Ramón Emeterio Betances. Davila_Betances_mason.pdf

García Leduc, José Manuel. Betances Heterodoxo: contextos y pensamientos. San Juan: Ediciones Puerto, (2007)

Ojeda Reyes, Félix. El desterrado de Paris: Biografía del Doctor Ramón Emeterio Betances (1827-1898).San Juan: Ediciones Puerto, (2006)

Otero Gonzales Luis A. “Los Betances: Familia de masones”. Lumen: Revista Oficial Respetable Logia de Investigación José G. Bloise No. 103. San Juan: No.1, agosto 2014. Pp.44-63.

Santiago Ramos, Luis E. “Apuntes sobre la vida de Ramón Emeterio Betances”. Lumen: Revista Oficial Respetable Logia de Investigación  José G. Bloise No. 103. San Juan: No. 1, agosto 2014. pp. 35-43.

Suarez Díaz, Ada. El Antillano: Biografía del Dr. Ramón Emeterio Betances 1827-1898.San Juan: CEAPRC (1988)





[1] Ada Díaz Suarez. El Antillano, Biografía de Ramón Emeterio Betances 1827-1898. San Juan: CEAPRC, 1988. Pág. 42


[2] Oscar Dávila del Valle. Presencia del ideario masónico en el proyecto revolucionario antillano de Ramón Emeterio Betances.


[3] Constitución de los Franc –Masones (1723).  Constituciones de Anderson. http://www.blogs.masoneria.es/pdf/2.pdf


[4] El Convento fue realizado en la ciudad de Lausana, Suiza en el período que abarco del 6 al 22 de setiembre de 1875, teniendo como objetivos principales, la revisión y reforma de las Grandes Constituciones del Escocismo de 1786, con la definición y proclamación de Principios, y con la elaboración de un Tratado de Alianza y Solidaridad. Once Supremos Consejos se fijaron estar presentes en este Convento: Inglaterra (País de Gales), Bélgica, Cuba, Escocia, Francia, Grecia, Hungría, Italia, Perú, Portugal y el anfitrión Suiza. Escocia y Grecia, fueron representados ambos por un mismo I.P.H, pero se retiraron antes del término de los trabajos, hecho que motivo la firma o suscripción de los documentos finales sólo por nueve países. Los Supremos Consejos de Estados Unidos de Norte América (Jurisdicción Sur), Argentina y Colombia dieron sus asentimientos, pero no pudieron enviar representantes. Chile mando decir que daría su asentimiento favorable a las resoluciones del Conclave. Después de numerosas reuniones de trabajo en Comisiones y once Sesiones Plenarias, el Conclave Masónico fue clausurado el 22 de setiembre de 1875. http://rey-salomon.blogspot.com/2007/06/breve-sntesis-histrica-del-convento.html


[5] Convención de Tirsan-  4 de agosto de 1869 en la finca de San Miguel cerca de las Tunas, Cuba.


[6] Oscar Dávila del Valle. Presencia del ideario masónico en el proyecto revolucionario antillano de R.E. Betances.


[7] Nueva España se le puso al México Colonial en honor al Rey de España Carlos V de España y I de Alemania. Luego de lograr la independencia en 1821 de la Metrópoli pasa a llamarse México y fue desde entonces una Monarquía de corta duración pues los señores Guadalupe Victoria y López de Santa Anna se levantan en insurrección proclamando la república desde entonces se ha llamado como tal. Se supone que se llame Méjico, pero se quedó como México que es el nombre que le dieron los indígenas desde la época precolombina. https://espanol.answers.yahoo.com/question/index?qid=20090623183919AA3XVub  Accesado el 29 de noviembre de 2015


[8] (Carboneros) Es el nombre de una sociedad secreta política, que jugó un papel importante, sobre todo en Francia e Italia, durante las primeras décadas de siglo diecinueve. En realidad la asociación se originó en el siglo XVIII, pasó al XIX, siendo el resultado de un movimiento político que acompañó a la Revolución Francesa y a los principios políticos proclamados en ella. Los Carbonarios se dividían en dos clases: aprendices y maestros. Ningún aprendiz podía llegar al grado de maestro antes de seis meses. Los miembros se conocían unos a otros por signos secretos en los apretones de manos. Los signos no eran los mismos para los aprendices que para los maestros. Uno de los principios de la sociedad era que la “buena hermandad” debía basarse en la religión y la virtud, entendiendo por ello una concepción de la religión puramente natural, estando además prohibida cualquier mención a la religión. En realidad la asociación era opuesta a la Iglesia. Sin embargo veneraban a San Teobaldo como patrón. Los miembros se juraban mantener absoluto silencio sobre lo que ocurría en la vendita, (reunión). Las semejanzas entre la sociedad secreta de los carbonarios y la Francmasonería son evidentes. Los francmasones podían entrar en los carbonarios como maestros inmediatamente. La finalidad abiertamente declarada de los Carbonarios era política: imponer una monarquía constitucional o una república y defender los derechos de los ciudadanos contra toda forma de absolutismo. Y no dudaban en utilizar el asesinato y la revuelta armada para conseguir sus propósitos. Enciclopedia Católica online. http://ec.aciprensa.com/wiki/carbonarios


[9] Doce columnas del taller: 1-Venerable Maestro, 2-Primer Vigilante, 3-Segundo Vigilante, 4-Secretario, 5Tesorero, 6-Hospitalario, 7-Orador, 8-Primer Diacono, 9-Maestro de Ceremonias, 10-Segundo Diacono, 11- Guarda Templo Interior y 12-Guarda Templo Exterior.


[10] Heterodoxia es otras opiniones, creencias, doctrinas e ideas que consideran falsas o desviaciones conducentes a errores potencialmente peligrosos por parte de la ortodoxia. García Ledux. Betances Heterodoxo.


[11] Ortodoxia es el cuerpo de opiniones, creencias, doctrinas e ideas declaradas oficialmente como la verdad  por las estructuras de poder dominantes en una iglesia, estado u otras instituciones sociales. García Ledux. Betances Heterodoxo.


[12] Ramón E. Betances. Las Antillas para los antillanos. San Juan: ICP, 2001. p.182


[13] Félix Ojeda Reyes. El desterrado de Paris, pág. 19


[14] Félix Ojeda Reyes. El desterrado de Paris. Pág. 72


[15] Sacado del juramento masónico en la liturgia masónica del primer grado, el de aprendiz.